domingo, 20 de junio de 2010

En busca de razones, en busca de respuestas....



La furia sigue... Este fin de semana no se han desatado nuevos hechos de violencia directa, pero ella está ahí, latente, esperando para saltar nuevamente al menor descuido. Se está fragmentando abiertamente la sociedad barilochense, polarizándose en grupos que denuncian abuso policial y marginación de los sectores humildes y grupos que exigen más presencia policial y más seguridad, sientiéndose a merced de delincuentes. La expresión palmaria de esta polarización se dio esta noche, cuando en el Centro Cívico marchaban los que apoyaban a la policía y al mismo tiempo la Sala de Prensa del Palacio Municipal estaba tomada por el sector que justifica la delincuencia en la pobreza, según la noticia que puede leerse en el medio online anbariloche.
Como suele ocurrir, ninguna de las dos posiciones refleja la realidad de manera unívoca; más bien, muestran dos caras de una misma realidad.
Lo cierto es que chicos como el fallecido - y aún menores- asaltan, roban, lesionan y matan casi todos los días a gente que con mucho esfuerzo construye cotidianamente su vida; destruyen de un plumazo, muchas veces bajo los efectos de drogas o alcohol, todo lo que llevó años construir, se llevan en un instante una vida llena de proyectos, dejando sin consuelo a padres, madres, hijos -a veces muy pequeños-, como pasó hace tan sólo un par de semanas. Y también es cierto que muchos de esos niños y jóvenes pocas veces llegan a la adultez, terminando sus vidas por un balazo policial, o un ajuste de cuentas con otros como ellos, o simplemente destruidos por el alcohol o las drogas; sin un marco de referencia ni perspectivas futuras que los hagan sentirse valorados, aferrarse a la vida.
¿Cuánta desigualdad puede tolerar una sociedad? ¿Cuánta marginalidad? Una mirada a lo largo de la historia nos muestra que los grupos humanos pueden tolerar la desigualdad, pero sólo bajo ciertas condiciones. ¿Cuáles son estas condiciones? Se me ocurren a primera vista algunas respuestas tentativas.
Por ejemplo, que el privilegiado proteja al menos privilegiado; en ese caso, el privilegio sería una especie de precio que el menos favorecido paga para que cuiden de él. Otra posibilidad es que la desigualdad no se viva como injusta en sí misma, si el menos favorecido tiene lo suficiente para satisfacer sus necesidades básicas y algo más; y menos aún si su entorno lo aprecia y comparte un sustrato común de valores con los más privilegiados.
Claro que estas no son ni de lejos respuestas a los interrogantes que los hechos de los últimos días en Bariloche -que no son más que un reflejo del caos global- nos plantean. Son simples aproximaciones para tratar de entender por qué ciertas cosas pasan en determinados momentos, y cómo se pueden prevenir. Pero resulta evidente que estamos en un rumbo que nos lleva al desastre y que debemos en forma urgente comprender lo que nos está pasando para poder actuar y frenar este tren que se desbarranca.
En este sentido, creo que nadie puede quedarse al margen, todos desde el lugar que ocupemos tenemos la necesidad de buscar respuestas auténticas, no quedarnos en el facilismo de las "muletillas", de las frases y conceptos pre-armados; y hacerlo desde una total honestidad intelectual y emocioanl, reconociendo nuestros límites y respetando la opinión de otros que quizás estén en las antípodas de nuestro pensamiento. Pero siempre sin violencia.
Por eso elegí como emblema de este post la imagen de Aristóteles, un genio universal que tuvo la visión y el coraje de contrastar sus ideas con los hechos, y que escribió palabras que podrían haberse dicho en la actualidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una interesante carta de lectores en ANBariloche, en el camino del diagnóstico.

mariela dijo...

Una foto de la movilización en favor de la policía publicada en el diario El Cordillerano.