Un hermoso regalo de fin de año: hace unos 15 días llegó un mensaje de Kurata Sensei convocando a reunión de instructores para este sábado que pasó. En Buenos Aires, claro... a casi 1800 km de distancia de mi lugar, claro... Pero el Maestro convoca y uno debe ir... Y hacia allí fui, dejando en el medio lo más adelantado posible el trabajo, asistiendo a la fiesta de fin de ciclo de Lucy, preparando su inscripción en la Universidad.
Fue lo mejor que me pudo pasar este último tiempo. El viaje largo y cansador se vió compensado con creces por poder estar en el Dojo, respirar su aire, saludar a los viejos amigos, ver exámenes de Dan y, sobre todo, practicar un poco en medio de tanto ki y ver a Sensei.
El sábado llegué cuando ya casi estaban terminando los exámenes, pero pude ver los de Carlos Coca y de Jorge Sánchez para 4to. Dan, cada uno en su estilo me dejó algo para seguir buscando. A mí particularmente me gustó mucho el de Jorge, un estilo muy fluido, muy centrado en su centro -valga la redundancia-, con un lindo contacto con sus ukes, con mucha alegría interior. En mi corazón agradecí profundamente a Jorge, porque me regaló un Aikido que hacía tiempo no tenía oportunidad de ver...
Después de los exámenes, salida a almorzar (aunque eran casi las 6 de la tarde) con Sensei y los profesores que lo habían acompañado en la toma de exámenes, muertos de hambre y agotados ;), más otros instructores que habían también llegado desde otros lugares atendiendo la convocatoria de Sensei. Fue una enorme alegría reencontrarme con algunos de quienes fueron mis mentores cuando empecé a practicar, Luis Guz y Mario Canale, y darme cuenta que aunque no nos veamos muy seguido, el afecto mutuo que el Aikido nos dió sigue vivo y fuerte.
Después vino el encuentro de instructores propiamente dicho, en el que mientras saboréabamos unas ricas empanadas fuimos reencontrándonos los que ya nos conocíamos y presentándonos los que no; impresionante la cantidad de Dojos que se han ido gestando a lo largo y ancho del país...
Sensei nos dió algunos lineamientos sobre la realización de seminarios, brindamos por el año que se termina, deseándonos progresos en nuestros dojos para el próximo (las fotos seguramente serán subidas por Sensei en algún momento), y después nos dedicamos a intercambiar experiencias informalmente, hasta que ya bien entrada la noche cada uno se fue yendo, casi sin ganas de terminar esa reunión. Creo que todos nos fuimos enriquecidos con las experiencias de otros y estoy segura que las podremos volcar en nuestros Dojos para ser mejores profesores...
Después del encuentro me quedé un par de días, para poder disfrutar de alguna práctica en el Dojo de Sensei y en el Shuren. El lunes, sin embargo, me cayó encima el peso de las semanas anteriores y del cansancio del viaje (ya que el domingo lo había dedicado a pasear y no me dí cuenta, jeje...), además del stress que significaba la gran ciudad, a la que ya desconozco, después de más de 20 años de visitarla sólo esporádicamente, así que no logré movilizarme a tiempo para asistir a la práctica matutina de Horacio (Arizmendi) en el Shuren Dojo pese a mis planes de hacerlo así. A la noche -y después de darme cuenta que no recordaba exactamente donde estaba el Shuren y perderme un poco-, logré llegar a ver el final de la clase de armas de Luis Guz. Muy interesante su concepto, orientado no tanto al uso de las armas en sí sino a ver su relación con las técnicas de Aikido y enteder el concepto de "Te-gatana". Me queda pendiente para una próxima (y espero que pronta) visita asistir a la clase completa.
El martes sí, ya era la vencida así que no podía permitirme faltar... me desperté a tiempo -bastante zombie por cierto, ya que había salido a cenar con mi primo la noche anterior-, salí a tiempo y logré llegar también a tiempo para tomar la clase de Horacio, que me hizo volver a mis viejas épocas de practicante. Disfruté mucho y desde aquí le digo, "Gracias, Horacio!".
A la noche esperaba poder tomar una clase de Sensei, pero ese día la delegó en Gonzalo Valencia, quien también tiene un hermoso estilo. Finalmente, la tristeza por la ausencia de Kurata Sensei en esa clase se disipó y me fui con una enorme sensación de plenitud por la práctica bajo la guía de Gonzalo. Sentí que ese día me reencontré con la practicante que yo era hace varios años, cuando todavía vivía allí y practicaba regularmente, mi corazón se llenó de luz.
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