viernes, 17 de diciembre de 2010

AIKIDO - Encuentro de Instructores y práctica en Buenos Aires

Un hermoso regalo de fin de año: hace unos 15 días llegó un mensaje de Kurata Sensei convocando a reunión de instructores para este sábado que pasó. En Buenos Aires, claro... a casi 1800 km de distancia de mi lugar, claro... Pero el Maestro convoca y uno debe ir... Y hacia allí fui, dejando en el medio lo más adelantado posible el trabajo, asistiendo a la fiesta de fin de ciclo de Lucy, preparando su inscripción en la Universidad.
Fue lo mejor que me pudo pasar este último tiempo. El viaje largo y cansador se vió compensado con creces por poder estar en el Dojo, respirar su aire, saludar a los viejos amigos, ver exámenes de Dan y, sobre todo, practicar un poco en medio de tanto ki y ver a Sensei.
El sábado llegué cuando ya casi estaban terminando los exámenes, pero pude ver los de Carlos Coca y de Jorge Sánchez para 4to. Dan, cada uno en su estilo me dejó algo para seguir buscando. A mí particularmente me gustó mucho el de Jorge, un estilo muy fluido, muy centrado en su centro -valga la redundancia-, con un lindo contacto con sus ukes, con mucha alegría interior. En mi corazón agradecí profundamente a Jorge, porque me regaló un Aikido que hacía tiempo no tenía oportunidad de ver...
Después de los exámenes, salida a almorzar (aunque eran casi las 6 de la tarde) con Sensei y los profesores que lo habían acompañado en la toma de exámenes, muertos de hambre y agotados ;), más otros instructores que habían también llegado desde otros lugares atendiendo la convocatoria de Sensei. Fue una enorme alegría reencontrarme con algunos de quienes fueron mis mentores cuando empecé a practicar, Luis Guz y Mario Canale, y darme cuenta que aunque no nos veamos muy seguido, el afecto mutuo que el Aikido nos dió sigue vivo y fuerte.
Después vino el encuentro de instructores propiamente dicho, en el que mientras saboréabamos unas ricas empanadas fuimos reencontrándonos los que ya nos conocíamos y presentándonos los que no; impresionante la cantidad de Dojos que se han ido gestando a lo largo y ancho del país...
Sensei nos dió algunos lineamientos sobre la realización de seminarios, brindamos por el año que se termina, deseándonos progresos en nuestros dojos para el próximo (las fotos seguramente serán subidas por Sensei en algún momento), y después nos dedicamos a intercambiar experiencias informalmente, hasta que ya bien entrada la noche cada uno se fue yendo, casi sin ganas de terminar esa reunión. Creo que todos nos fuimos enriquecidos con las experiencias de otros y estoy segura que las podremos volcar en nuestros Dojos para ser mejores profesores...
Después del encuentro me quedé un par de días, para poder disfrutar de alguna práctica en el Dojo de Sensei y en el Shuren. El lunes, sin embargo, me cayó encima el peso de las semanas anteriores y del cansancio del viaje (ya que el domingo lo había dedicado a pasear y no me dí cuenta, jeje...), además del stress que significaba la gran ciudad, a la que ya desconozco, después de más de 20 años de visitarla sólo esporádicamente, así que no logré movilizarme a tiempo para asistir a la práctica matutina de Horacio (Arizmendi) en el Shuren Dojo pese a mis planes de hacerlo así. A la noche -y después de darme cuenta que no recordaba exactamente donde estaba el Shuren y perderme un poco-, logré llegar a ver el final de la clase de armas de Luis Guz. Muy interesante su concepto, orientado no tanto al uso de las armas en sí sino a ver su relación con las técnicas de Aikido y enteder el concepto de "Te-gatana". Me queda pendiente para una próxima (y espero que pronta) visita asistir a la clase completa.
El martes sí, ya era la vencida así que no podía permitirme faltar... me desperté a tiempo -bastante zombie por cierto, ya que había salido a cenar con mi primo la noche anterior-, salí a tiempo y logré llegar también a tiempo para tomar la clase de Horacio, que me hizo volver a mis viejas épocas de practicante. Disfruté mucho y desde aquí le digo, "Gracias, Horacio!".
A la noche esperaba poder tomar una clase de Sensei, pero ese día la delegó en Gonzalo Valencia, quien también tiene un hermoso estilo. Finalmente, la tristeza por la ausencia de Kurata Sensei en esa clase se disipó y me fui con una enorme sensación de plenitud por la práctica bajo la guía de Gonzalo. Sentí que ese día me reencontré con la practicante que yo era hace varios años, cuando todavía vivía allí y practicaba regularmente, mi corazón se llenó de luz.

miércoles, 21 de julio de 2010

Continuando con la historia...



Hoy, jueves 21, ya casi tengo a punto el sistema, con actualización y todo. No fue fácil, sin embargo; aunque como casi todo lo que cuesta mucho trabajo, después resulta una anécdota divertida de contar. Así que ahí van, mis peripecias tratando de actualizar a f13 desde f11...
Inicio de la aventura
Como esbocé en el post anterior, después de mucho pelear con el dvd de fedora13 de 64 bits, que no habia forma que arrancara (era una live-image, creo que el problema estaba en mi lectora, que desde hace un tiempo me tira distintos errores, totalmente aleatorios y aparentemente no conectados entre si), me decidi a instalar a partir de una imagen de f11 (tambien 64 bits) que tenía en mi archivo (tontamente habia borrado todas las imagenes descargadas de f13, pensando que ya las había grabado), concretamente buscaba que estuviera en cd porque veia que lo que más me daba problemas era levantar una imagen de dvd (seria falta de memoria?)...
Algunas incongruencias del LiveCD
Al instalar, no me dejó formatear el fs en ext3, la live-image solo aceptaba formatear el root-fs en ext4 (cosa que quería evitar, ya que hasta ext3 existen herramientas para acceder a los datos desde otros OS -err... windoze); por otra parte, tampoco permitía que /boot estuviera en un ext4fs, por lo que obligadamente tuve que hacer una partición especial para /boot en ext2 o ext3 a lo sumo (opté por ext3, ya que estábamos...).
Como presuntamente era una simple partición para alojar el arranque del sistema, no me pareció que fuera necesario asignarle mas de 200 MB, aprovechando espacio para el sistema en si mismo. Ahora bien, como lo que yo en realidad quería era instalar la ultima version estable de fedora (f13, por ahora), la instalación de f11 fue una opcion de compromiso ante el fracaso estrepitoso de mis intentos con el dvd de f13, pensando en upgradear desde el propio sistema (siii, fedora trae -a partir de la v. 10, creo- un modo para hacer upgrades sin reinstalar todo; si es util o no, es lo que todavia quedaba por ver -a la larga demostró ser viable-); en principio soy medio reacia a estos upgrades, que nunca se sabe como afecta a las configuraciones y nombres de archivos en general, y que muchas veces cuestan más de un dolor de cabeza y tiempo arreglando cosas a mano que lo que costaria una instalación fresquita; pero como esto iba a ser una instalación lo mas basica posible (considerando que partía de un LiveCD, es decir, con escritorio y todo) para después mandarme con el upgrade, me pareció razonable intentarlo. Además era una de las pocas opciones que me estaba quedando, salvo volver a arrancar en el S0 antiguo alojado en otro disco y volver a bajar las imagenes, lo que por razones de tiempo y otras que no vienen al caso preferia evitar; como podrán imaginar, esto ya estaba amenazando la armonía familiar...
Preupgrade
Bueno, en definitiva, tanta introducción era para comentar que todo parecia andar bien, instalé el programa 'preugprade', lo arranqué y abrió una hermosa ventanita diciendome que tenia 2 opciones de upgrade y preguntándome cual queria descargar. Como me parecio lógico ir de a poco, elegí f12, ahi nomas empezo a buscar mirrors y bajar paquetes. Mientras tanto, abrí un navegador (konqueror, el unico instalado en esta version tan basica -KDE-, que no me dejaba ni abrir mis documentos de google), trate de leer gmail y las noticias del dia; cuando lo cerré, me encontré con que la ventanita dichosa estaba totalmente gris.
Al mismo tiempo un 'recordatorio' de kde me estaba avisando que tenia nuevas versiones de fedora para descargar. Despues de cerrarlo la primera vez para evitar potenciales conflictos, la segunda vez que aparecio decidi darle una oportunidad y le dije que sí, acepto. Esta vez le dije que elija f13, ya que, jugada por jugada, iba a ir por la distro que en realidad estaba buscando...
Durante unas cuantas horas siguió bajando paquetes, pero al menos la ventana no aparecía 'muerta' o 'dormida' (el estado que me tira ps, aunque es el mismo que me tira para la que vive) y se notaban signos de vida; ah, por cierto, un top lanzado por ahi me avisaba que había 1 zombie, que resulto ser "nepomuk-services" -como se relaciona con el upgrade, todavia no lo descubrí.
Es impresionante la forma en que absorbe los recursos del sistema KDE con todos los servicios intensivos que lanza: nepomuk, akonadi... todos servicios de indexacion para facilitar eventuales búsquedas que después nadie termina usando porque no hay máquina casera que soporte semejante drenaje (para referencia: con 1 GB de RAM, lanzar KDE me deja alrededor de 25 MB libres gracias a esos dichosos servicios) - pero claro, esa es otra historia.
Bueno, parece que no puedo contar lo que queria sin irme por las ramas... Toda esta larga introducciónn era para contar que en un momento determinado el preupgrade estaba bajando la imagen del kernel para instalar, cuando al rato me tiró un error que decía más o menos lo siguiente: "no tenés lugar suficiente en /boot para guardar la imagen del kernel, vas a tener que bajarla directamente de internet cuando rebootees y hagas el upgrade". Ahora digo yo, este estupido programa no podria haber previsto que /boot fuera una particion dedicada justamente a eso, a bootear, y haber guardado la imagen del kernel en otro lado? Claro que una vez instalado la necesitaría en el lugar apropiado, pero no podía prever algun symlink?

No todo fueron pálidas, finalmente (3 días después) tengo un sistema andando potablemente bien (sigue consumiendo mucha memoria, aproximadamente la mitad de la que tengo instalada, tendré que estudiar esa parte). En el próximo post, los pasos finales (que tuvieron lo suyo también).

domingo, 18 de julio de 2010

Algunas cosas sobre mis periodicas luchas por mejorar el SO


[NOTA importante: por ahora sin acentos, tengo provisoriamente solo teclado ingles]

Llego el momento de actualizar el sistema operativo de mi maquina. Tambien le llego el momento de cambiar uno de los discos. Momento que venia postergando por comodidad, pero ya no podia seguir dilatando; el que estaba usando de back-up era objeto de constantes quejas durante el arranque, advirtiendo que en cualquier momento podria morir. El que estaba usando 'en produccion', por asi decir, no solamente se estaba quedando sin lugar (y me produce dolor fisico borrar peliculas o musica y cuanta huevada mas recopilo por ahi) sino que ademas se estaba por quedar sin companiero.
Todo lo cual hizo que debiera encarar indefectiblemente la adquisicion e instalacion del nuevo disco.
Como este excedia en bastante la capacidad del que pasaria a quedar provisoriamente como back-up (que ademas en uno de los tantos experimentos que habia hecho se me habia ocurrido encriptar), decidi que era un buen momento para intentar cargarle un SO alternativo (mejor dicho, el que usualmente se suele considerar estandar).

Asi que encare, munida de los correspondientes CDs y DVDs; para encontrarme que aparentemente la lectora tiene algun problema (de calibracion?) y no siempre el arranque reconoce el disco que este inserto. Digamos que me pelee unas cuantas veces, con varios discos distintos (cuya integridad habia chequeado previamente, asi que no era problema del disco); descubri que los mayores problemas los presentaba con DVDs, ahi tire la toalla, desisti de seguir probando suerte con el DVD de Fedora 13 y recurri al CD que mas me convenciera de los que tenia a mano.
Este resulto ser el de Fedora 11 (64 bits), version live (no era exactamente lo que queria, pero bueh... a esa altura ya no queria seguir peleando con el arranque; me dije que podria ser una buena oportunidad de probar una herramienta de upgrade que trae fedora. Asi que ahi me lance, a instalar fedora 11 KDE 64 bits en su forma mas basica, para no complicar el upgrade que pensaba hacer de inmediato.
La instalacion fue exitosa, el upgrade ya fue otra historia, que va en el siguiente post.

viernes, 25 de junio de 2010

Pasó una semana....

Ya pasó una semana de la muerte que dividió a Bariloche, y todavía seguimos divididos, enfrentados, confusos y sin soluciones ni propuestas concretas a la vista. Y yo sigo con una tristeza que me invade todos los poros, siento mi corazón agarrotado por esta situación enferma que no nos permite ver una luz al final del túnel.
Las ideas dan vueltas y vueltas en mi cabeza, se mezclan, se deshilachan, se evaporan y vuelven a juntarse para empezar de nuevo el ciclo. Hablo con la gente, escucho sus ideas y sus experiencias; taxistas, remiseros, docentes... gente común que por su trabajo además ha vivido cerca de los protagonistas de los hechos de hace una semana, gente que además habla con otra gente, multiplicando las experiencias casi directas. Y en ese intercambio de experiencias, miedos y preocupaciones surgen tantas interpretaciones de lo ocurrido y de sus causas como personas con quienes hablo. Surgen también situaciones contadas como verdaderas que uno se pregunta hasta qué punto pueden serlo, tan lejos están de lo que consideramos 'normal'; se entretejen hipótesis persecutorias que uno en otras condiciones desestimaría por demasiado fantasiosas y que, a la postre, se terminan creyendo por habernos dado la historia innumerables muestras de casos similares.
Se reclama a los gobernantes acciones concretas, y resulta evidente que ni ellos ni los que las reclaman saben por donde empezar. En tanto, se imputan mutuamente culpas varias, desgastando su energía en el discurso, como si la retórica pudiera reemplazar las acciones.
Y, en el medio, la gente. Gente que espera una salida, gente que en su mayoría quiere vivir en paz y crecer, desarrollar sus proyectos, disfrutar la vida...

domingo, 20 de junio de 2010

En busca de razones, en busca de respuestas....



La furia sigue... Este fin de semana no se han desatado nuevos hechos de violencia directa, pero ella está ahí, latente, esperando para saltar nuevamente al menor descuido. Se está fragmentando abiertamente la sociedad barilochense, polarizándose en grupos que denuncian abuso policial y marginación de los sectores humildes y grupos que exigen más presencia policial y más seguridad, sientiéndose a merced de delincuentes. La expresión palmaria de esta polarización se dio esta noche, cuando en el Centro Cívico marchaban los que apoyaban a la policía y al mismo tiempo la Sala de Prensa del Palacio Municipal estaba tomada por el sector que justifica la delincuencia en la pobreza, según la noticia que puede leerse en el medio online anbariloche.
Como suele ocurrir, ninguna de las dos posiciones refleja la realidad de manera unívoca; más bien, muestran dos caras de una misma realidad.
Lo cierto es que chicos como el fallecido - y aún menores- asaltan, roban, lesionan y matan casi todos los días a gente que con mucho esfuerzo construye cotidianamente su vida; destruyen de un plumazo, muchas veces bajo los efectos de drogas o alcohol, todo lo que llevó años construir, se llevan en un instante una vida llena de proyectos, dejando sin consuelo a padres, madres, hijos -a veces muy pequeños-, como pasó hace tan sólo un par de semanas. Y también es cierto que muchos de esos niños y jóvenes pocas veces llegan a la adultez, terminando sus vidas por un balazo policial, o un ajuste de cuentas con otros como ellos, o simplemente destruidos por el alcohol o las drogas; sin un marco de referencia ni perspectivas futuras que los hagan sentirse valorados, aferrarse a la vida.
¿Cuánta desigualdad puede tolerar una sociedad? ¿Cuánta marginalidad? Una mirada a lo largo de la historia nos muestra que los grupos humanos pueden tolerar la desigualdad, pero sólo bajo ciertas condiciones. ¿Cuáles son estas condiciones? Se me ocurren a primera vista algunas respuestas tentativas.
Por ejemplo, que el privilegiado proteja al menos privilegiado; en ese caso, el privilegio sería una especie de precio que el menos favorecido paga para que cuiden de él. Otra posibilidad es que la desigualdad no se viva como injusta en sí misma, si el menos favorecido tiene lo suficiente para satisfacer sus necesidades básicas y algo más; y menos aún si su entorno lo aprecia y comparte un sustrato común de valores con los más privilegiados.
Claro que estas no son ni de lejos respuestas a los interrogantes que los hechos de los últimos días en Bariloche -que no son más que un reflejo del caos global- nos plantean. Son simples aproximaciones para tratar de entender por qué ciertas cosas pasan en determinados momentos, y cómo se pueden prevenir. Pero resulta evidente que estamos en un rumbo que nos lleva al desastre y que debemos en forma urgente comprender lo que nos está pasando para poder actuar y frenar este tren que se desbarranca.
En este sentido, creo que nadie puede quedarse al margen, todos desde el lugar que ocupemos tenemos la necesidad de buscar respuestas auténticas, no quedarnos en el facilismo de las "muletillas", de las frases y conceptos pre-armados; y hacerlo desde una total honestidad intelectual y emocioanl, reconociendo nuestros límites y respetando la opinión de otros que quizás estén en las antípodas de nuestro pensamiento. Pero siempre sin violencia.
Por eso elegí como emblema de este post la imagen de Aristóteles, un genio universal que tuvo la visión y el coraje de contrastar sus ideas con los hechos, y que escribió palabras que podrían haberse dicho en la actualidad.

sábado, 19 de junio de 2010

Violencia en Bariloche



La muerte hace un par de días de un muchacho de 15 años a manos de la Policía desató una ola de violencia pocas veces vista en esta ciudad; con gritos de "asesinos" e imputaciones de "gatillo fácil", tuvimos dos días de enfrentamientos entre las fuerzas policiales y los vecinos de la zona donde ocurrió el hecho. Organizaciones sociales reclamando la remoción de los policías, una marcha desde los barrios "altos" de la ciudad hacia el Centro Cívico, quema de neumáticos, incendio de dependencias policiales (v. foto, gentileza "El Cordillerano"), persecuciones, destrozos, robos...
Otros reclaman, por el contrario, mano más dura con los delincuentes.
Lo cierto es que este hecho mostró una profunda división de la sociedad; un sector que podríamos identificar con la clase media, que viene sufriendo asaltos consecutivos y es víctima de la inseguridad general, felicitaba en voz baja al policía; otro sector, en el que encontrábamos tanto personas de las clases socioeconómicas más bajas como defensores de derechos humanos, lo tildaba de asesino y represor, aduciendo un caso más de discriminación y marginación; otro sector se hacía eco de esos reclamos, justificando la delincuencia en la exclusión social de que serían objeto sus actores.
Destrozos, enfrentamientos, inseguridad, temor, preocupación, dolor... un cúmulo de acciones y emociones que hacen una mezcla muy explosiva; cada uno expresa razones que estima válidas para su postura.
Pensemos por un momento en qué situación viviríamos si cada habitante tuviera que cuidar por sí mismo de sus efectos y de su persona, o de su familia - volveríamos a una situación de caos, en la que ninguna actividad productiva es posible, ni tan siquiera la más básica de todas, la generación de alimentos... Pero no más paralizante que el terror que puede sembrar una sociedad donde quienes tienen el monopolio de la fuerza pueden hacer y deshacer impunemente.
Hace mucho tiempo me preocupa ver el rumbo hacia donde va nuestra sociedad, rumbo que aparece cada vez más incierto. Por momentos me parece estar asistiendo a una reproducción de la caída del imperio romano, o a los prolegómenos de la Revolución Francesa; y me pregunto qué habrá sentido cada una de las personas a las que le tocó vivir esos momentos cuando veía que todo se desmoronaba y que nada de lo que había creído seguro hasta entonces ya lo era....

sábado, 3 de abril de 2010

Seminario en San Martín de los Andes, 2010

o -- por qué es tan importante el Aikido para mí

Era el viernes 26 y yo todavia no había decidido si ir o no al Seminario de SMA que empezaba al otro día; una mezcla de dolencias físicas y angustias económicas y espiriturales me había convencido de que era preferible que no me vieran en ese estado, aparte de que, pensaba, no era probable que pudiera resistir una clase completa o por lo menos participar activamente en nada.
Sin embargo, en la tarde del viernes decidí que viajaría ya que, después de todo, no sería el fin del mundo si no podía lucir ninguna habilidad y que, especialmente, esta era la oportunidad de ver a Sensei.
Mi Sensei, mi maestro... creo que todo lo bueno que he logrado -aun por poco que sea- se lo debo a él. Él me enseñó a buscar en el fondo de mí, me enseñó a no tener miedo de enfrentar lo que no conocemos y a agarrar al vuelo las oportunidades; y aunque muchas veces me haya olvidado de hacerlo o el miedo en verdad me haya paralizado, su enseñanza me llevó a conseguir cosas que de otro modo no hubiera logrado. Claro que hubo algunos después que también me dieron nuevas herramientas, pero nada de eso lo podría haber recibido si no hubiera estado Sensei primero. Con la excusa de enseñarnos técnicas de un arte marcial, Aikido, Sensei --como creo que todos los grandes maestros-- nos enseña en verdad a vivir. Porque, después de todo... qué es la vida sino una lucha constante por encontrar el camino que nos permita no solamente sobrevivir sino además sentirnos parte del universo? Universo que incluye primero en nuestra percepción a nuestros semejantes y después, poco a poco, a todos los demás seres vivos; donde también poco a poco nos damos cuenta que un árbol respira y que quizás hasta una piedra tenga historia.
Bueno, volviendo al presente, sentía que no quería dejar de ver a Sensei, y que no sabía cuándo volvería a tener la oportunidad de encontrarme con él, ya que pese a mis deseos de viajar periódicamente a Buenos Aires para practicar, la realidad siempre me ha puesto una pared en el medio; es mucha la distancia, es mucho lo que tengo que atender cotidianamente en mi lugar. Por eso, desaprovechar esta oportunidad de encontrarme con él hubiera sido como escupir a la suerte.
Así que finalmente, el viernes a la noche preparé mi mochila -con lo mínimo necesario, un par de remeras, un pantalón adicional, medias, un par más de zapatillas y, por supuesto, el equipo de Aikido, el mismo que fielmente me acompaña año tras año -, para salir bien temprano el sábado por la mañana. A las nueve partía el micro y, como no había sacado el pasaje con anterioridad, quería estar con suficiente anticipación en la Terminal. Debo reconocer que también tenía miedo de encontrarme con mi ex-marido, y que este miedo era uno más de los que me frenaban a la hora de decidir el viaje. Parece sin embargo que los años nos han civilizado a ambos, y pudimos saludarnos hasta con cierta amabilidad (por suerte, no fue necesario hacerlo con mucha antelación a la partida).
El viaje de Bariloche a San Martín, para el que no conoce, es bellísimo, sea cual sea el camino que se elija. A mí particularmente me gusta el que recorre la estepa, o más bien la precordillera, donde se ven lomas y mesetas infinitas cubiertas de pastos duros típicos de la zona, por momentos algunos ojos de agua (pocos) rodeados de arbustos; una zona donde todavía, si uno va en horas de poco tránsito, especialmente nocturnas, pueden llegar a ver ciervos, y más allá, volviendo hacia la Cordillera, rocas, piedras con vetas y colores increíbles. Todo en medio de una inmensidad que nos hace preguntarnos cómo puede haber pasado gente por allí en las épocas en que no existían ni rutas ni vehículos a motor, y nos hace un poco añorar esa vida de a pie o a caballo mirando al cielo...
Llegamos a San Martín pasado el mediodía, donde Alfredo, Roberta y Sensei nos esperaban con la mesa puesta, sólo nos faltó sentarnos después de los saludos de rigor para disfrutar de un riquísimo almuerzo.
A la tarde, exámenes y práctica. Una práctica maravillosa, llevada por Sensei, como siempre, con su sabiduría que hace que cada uno de los practicantes de lo mejor de sí; práctica que logré disfrutar tanto si la compartía con principiantes como con cinturones avanzados. Gracias a la maestría de Sensei pude, a pesar de mis dificultades articulares, estudiar las técnicas que mostraba, y aprender mucho. Fascinantes me parecieron las prácticas de mantener los brazos junto al cuerpo sin endurecerse y la de bajarlos con un movimiento de muñecas, llevando así al uke sin esfuerzo hacia donde uno pudiera tenerlo controlado; algo que tiene mucho que ver con mi búsqueda de mantener el eje y no dejar que las circunstancias de la vida me lleven de un lado al otro (cosa que, debo reconocer, la mayoría de las veces no he logrado).
Me sentí también muy tocada por las observaciones que hizo Sensei sobre la forma de hacer sankyo, ya que justamente -quizás por razones de altura o debilidad propia del género- casi siempre la hago de la forma contraria a la que él mostró; no que esté mal esa forma -- que debo decir que me produce mucho placer --, o al menos eso entendí yo, sino que para dominar la técnica es preciso también practicar la otra forma, básica, y que implica traer al oponente hacia el centro propio. Claro que ésto es lo que entendí yo, y no necesariamente lo que Sensei mostró... :)
La práctica del domingo también fue intensa, pero en otro aspecto; Sensei pasó la casi totalidad de la práctica explicando la importancia del centro, la importancia de estar fojo, de no hacer fuerza cuando no era necesario, y muchas cosas más que lamentablemente me perdí debido a dificultades auditivas que desde hace un tiempo me vienen persiguiendo. Esta parte, por tanto, desearía que alguien la complete.
Sin embargo, las dificultades de audición no impidieron que disfrutara la clase de Sensei; además de extremar el esfuerzo por oir lo que decía traté de poner todos mis sentidos en lo que él mostraba mientras hablaba, y en recibir su mensaje con todos los poros de mi cuerpo. En este aspecto, sólo la práctica futura podrá decir si logré algo.
Algunas fotos, aquí.
Un reconocimiento especial merece, como no podía ser de otra manera, el espectacular asado de cordero que nos preparó la gente de San Martín para coronar la práctica del sábado. Como dijo Alfredo a uno de sus alumnos, esta parte es tan importante como la práctica... Es el momento en que nos unimos todos alrededor de una exquisita comida y en medio de bromas y demostraciones varias de afecto nos reconducimos a lo que cada uno vivió con más intensidad de la práctica reciente, el momento en que verdaderamente somos parte del mismo punto de energía del universo.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Acabo de hablar con Gustavo (padre de las criaturas)!

Uffffffffff, lo que me costó... Tres días tratando de decidirme a agarrar el teléfono, y pensando en cómo empezar la conversación para pedirle/rogarle/solicitarle/exigirle/requerirle que aumente su aporte económico para el sostenimiento de los ninios. Finalmente lo hice, en forma quizás no muy delicada, bastante directa, le espeté que "tengo que hablar un tema que siempre me cuesta" y le largué eso, que era necesario que aumente su aporte; claro que como no me sale ser muy bruta (salvo que esté ya totalmente sacada) y por otro lado le sigo teniendo miedo a su cara/voz/respiración sobradora, le planteé que si no lograba aumentarlo sustancialmente en dinero, que aportara en verduras y productos de huerta (supuestamente su especialidad).
Claro que no me dijo de entrada que sí, pero por lo menos no se largó a reir sobradora e irónicamente, como hace habitualmente cuando le planteo algo similar.
En fin, quizás logre algun progreso en este área....